Si es amante de la ciencia ficción en alguna de sus formas, seguramente más de una vez habrá leído, visto o escuchado sobre la posibilidad de que el ser humano humano utilice algún implante tecnológico para mejorar sus capacidades. Según un reciente estudio elaborado por la empresa de ciberseguridad Kaspersky, el 94% de los españoles cambiaría su aspecto físico si se les diera la oportunidad, mientras que más de tres cuartas partes (76%) consideraría cambiar sus capacidades físicas implantando o alojando algún elemento tecnológico en sus cuerpos; ya sea de forma permanente o temporal.

El estudio, en el que han participado unas 14.500 personas procedentes de 16 países de Europa y Norte de África, sostiene, asimismo, que España es el segundo país en donde los ciudadanos estaría dispuestos a alojar algún dispositivo tecnológico en sus cuerpos. En primer lugar se encuentra Italia, con una aceptación del (81%), mientras que los británicos figuran como los más escépticos (33%).

La mayoría de los encuestados españoles desearía que esta tendencia se utilizara para el bien de la humanidad, y el 55% para mejorar la calidad de vida. Sin embargo, desde Kaspersky reconocen que persisten algunas dudas sobre cómo funcionará en caso de que este tipo de cambios este disponible. De hecho, los encuestados españoles temen que el uso de este tipo de tecnologías solo llegue a estar al alcance de los ricos (57%), mientras que para nueve de cada 10 (91%) el principal miedo es que sus cuerpos puedan ser hackeados por ciberdelincuentes.

«La mejora humana mediante el uso de implantes es una de las tendencias tecnológicas más importantes hoy en día. Estamos viendo una amplia gama de aplicaciones prácticas que se están desplegando en áreas cotidianas de nuestras vidas, tales como la salud y asistencia social, el deporte, la educación o el transporte. Los exoesqueletos para los servicios de rescate y antincendios o la bioimpresión de órganos son algunos ejemplos. Pero es importante mostrarse cautos ante ello. Los entusiastas ya están probando los límites de lo posible, pero necesitamos normas comunes para asegurar que estas tecnologías alcancen todo su potencial y, al mismo tiempo, minimizar los riesgos», explica Marco Preuss, director europeo del equipo de investigación y análisis global de Kaspersky.