Catalina Alvarado habla por videoconferencia después de haber aprendido a usar las nuevas tecnologías. FERNANDO RAMOS


La pandemia ha sumergido a los mayores en el mundo digital de una manera abrupta. Muchos han paliado el aislamiento obligatorio y el prolongado alejamiento de sus seres queridos mediante la tecnología. Catalina Alvarado (Miajadas, Cáceres, 89 años) se comunica por videollamadas con la ayuda de su psicóloga, Elena Sánchez. Esta acción es un hábito diario por la crisis de la covid-19. Para esta anciana extremeña, que vive en la residencia DomusVi Albufera de Madrid, las avanzadas redes de telecomunicaciones hacen más llevadero su día a día. “Me entretengo mucho y dejo de pensar en lo malo”, dice.

En colaboración con el Colegio Virgen de Europa, la residencia ha aunado fuerzas en el proyecto Acompañamiento Digital. Fernando Ramos, profesor y supervisor del programa, explica que pretenden potenciar habilidades sociales como la empatía y el servicio entre los alumnos, y combatir la brecha digital para mejorar el bienestar y la calidad de vida de los mayores. Los niños se citan con los ancianos a través de una videollamada y comparten sus experiencias en encuentros supervisados por un profesor o psicólogo que orienta la conversación.

Alvarado ha sido la primera en participar en un proyecto que, según las previsiones, el próximo año contará con 100 alumnos, de primaria y bachillerato, y 40 mayores de los centros que gestiona la entidad geriátrica DomusVi en España. Una iniciativa similar es el plan Abuelos y Nietos, de la Comisión Europea, que conecta distintas generaciones para que los jóvenes guíen a los mayores en el uso de las nuevas tecnologías.


En el último año, un 63,2% de los españoles de entre 65 y 74 años utilizaron Internet, pero a partir de esa edad el porcentaje disminuye hasta el 23,5%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). El confinamiento ha aislado todavía más a las personas que no disponen de estos recursos. Para no dejar desconectado a este colectivo, particulares y administraciones han lanzado distintos proyectos.

Raúl Vidal, Javier Arranz y Néstor Fernández decidieron crear una plataforma de videollamadas adaptada a los ancianos conocida como Conectyayo. Vidal afirma que “las personas aisladas tienen que cubrir una necesidad básica: la de sentirse queridos”. La aplicación es fácil de usar y no hace falta registrarse. “Para conectarte, introduces el nombre y apellidos del interesado”, comenta Vidal. Han llegado a 50 residencias de toda España y han alcanzado las 20.000 descargas. Además, cedieron 150 tabletas. “Lo hemos hecho por aquella generación que tanto nos ha dado”, agrega Vidal. Este tipo de aplicaciones han beneficiado mucho a los ancianos, pero también a sus seres queridos. Así sucedió con la casi nonagenaria Catalina Alvarado: “Mi familia se puso muy contenta al verme desde el cacharro”.

Las personas de más de 65 años tienen la renta anual neta más elevada (13.315 euros en 2019, según el INE). Representan el 19% de la población y dentro de 30 años un tercio de los españoles pertenecerán a ese rango de edad. Muchas empresas ven la posibilidad de explorar en ese ámbito demográfico nuevas vías de negocio y de servicios. La banca, por ejemplo, aspira a que los mayores pierdan el miedo a comprar por Internet. En eso consiste el programa Alfabetización Digital ideado por la Fundación Ibercaja y la entidad pública Consejo Aragonés de las Personas Mayores, que ha llegado a más de 8,5 millones de beneficiarios.

Carmen García, la coordinadora de proyectos de educación de la entidad bancaria, destaca que compañías como Amazon operan en pueblos donde han desaparecido las tiendas. “Nuestro deber es enseñarles a comprar de la manera más segura posible”, sostiene. Por ello promueven encuentros presenciales, que también retransmiten por Internet, para explicarles conceptos y guiarles en el manejo de estas herramientas digitales.

Las administraciones públicas también están involucradas en proyectos de digitalización. La Consejería de Políticas Sociales de Madrid imparte videoconferencias junto a la asociación Seniors Españoles. Acerca a las personas mayores las tecnologías de la comunicación y la información y les ofrece formación sobre el uso de dispositivos y aplicaciones. Juan Martín, coordinador del Centro Internacional de Envejecimiento, considera que “la brecha de conocimiento la tiene el mercado, que no ofrece un producto adaptado a las circunstancias de la tercera edad”. En la misma línea, José Manuel Azorín, vicepresidente de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores, cree que la barrera más importante es la cultural: “Hay que formar a las personas para que pierdan el miedo”.

Catalina Alvarado, que ya se ha familiarizado con el ordenador, representa un buen ejemplo. “Al final es acostumbrarse. Toda la vida hay que aprender para no pararse”, comenta. Una vez que termine la videollamada, seguirá cosiendo el jersey de ganchillo para su bisnieta.