Un equipo de investigadores del MIT ha creado un sensor ingerible del tamaño de una píldora que es esencialmente un grupo de "bacterias en un chip" genéticamente modificadas que pueden detectar hemorragias intestinales y diagnosticar varias enfermedades.
Una cepa de la bacteria E. coli se modificó genéticamente para responder a la presencia de un compuesto químico llamado "hemo" que se encuentra en los glóbulos rojos. Al detectar la presencia de hemo, la bacteria modificada comienza a brillar.
En el siguiente paso, crearon una cápsula que puede contener las bacterias y permitir que las moléculas del cuerpo penetren en la cápsula a través de una membrana. Aquí las bacterias pueden interactuar con fluidos corporales, y en caso de hemorragia interna, la presencia de hemo daría como resultado la emisión de luz de la bacteria.
Un fototransistor dentro de la cápsula mide esta luz y transmite los datos de forma inalámbrica a un teléfono inteligente o una computadora. Actualmente, el chip se coloca dentro de una cápsula que mide 1,5 pulgadas (3,8 cm) de largo, pero los investigadores están estudiando formas de reducir el tamaño del sensor de la cápsula.
Su objetivo es diseñar un método para almacenar estos sensores dentro del tracto digestivo de una persona durante semanas y enviar señales continuas que permitan a los médicos controlar el intestino.
En el futuro, los pacientes podrían tragar la cápsula para detectar signos tempranos de cáncer en lugar de hacerse una colonoscopia. También ayudaría a detectar las partes difíciles de alcanzar del intestino delgado en personas que padecen la enfermedad de Crohn o a estudiar el equilibrio de microbios en el intestino.